EL HOMBRE QUE HIZO UN PACTO CON EL DIABLO

 


Aristide: Gobierno de Haití aprueba el vudú como religión
8 Abr. 2003
Presidente (1991-1996, 2001-2004)
Jean Bertrand Aristide, dos veces presidente de Haití, es y seguirá siendo una figura polémica: considerado una víctima por unos, y un traidor por otros.
La brujería, el vudú y una creciente invasión de sectas entorpecen el cambio en Haití
"¿Qué hace el vudú por la mujer?
¿Acaso el vudú pone en marcha agrupaciones agrarias o artesanas de mujeres? ¿Ponen en marcha escuelas para niños o niñas? ¿Capacitan campesinos? No, no hacen nada de todo eso. Es solo brujería, poder, control y estafar y asustar a los débiles. Es esa superstición y esa mentalidad la que impide que este país crezca y mejore"
A fines de los años 60, Haití venía soportando condiciones críticas en materia social y económica. El régimen de François Duvalier, mejor conocido como “Papa Doc”, imponía un régimen de terror bajo los auspicios de los Estados Unidos. Utilizando la religión vudú como poderoso mecanismo de propaganda al mimetizarse con “Barón Samedi” (deidad vudú de los cementerios, la muerte y el sexo sadomasoquista) vistiéndose con un esmoquin violeta, sombrero de copa y anteojos ahumados, y recurriendo a una fuerte voz nasal, impuso un régimen de terror pocas veces antes visto, sometiendo por miedo sacro a las masas pauperizadas de esa parte de La Española.
Luego de la muerte de Papa Doc en 1971, su hijo Jean-Claude Duvalier, con tan sólo 19 años se convertiría en el presidente más joven de la historia. Haití en ese momento era el país más pobre de América, ocupaba el primer puesto en analfabetismo y la salud pública estaba en un estado desastroso.
Baby Doc fue al exilio y los militares organizaron un gobierno de transición presidido por el general Henri Namphy. En setiembre de ese año el coronel Prosper Avril, muy ligado al entorno duvalierista daría a su vez golpe de Estado a Namphy. Para inicios de la década de 1990, la comunidad internacional presionó al gobierno militar haitiano para que se diese paso finalmente a la transición democrática, mediante unas elecciones vigiladas por la ONU. Estas votaciones fueron consideradas por muchos como las primeras elecciones libres de la historia del país. Aristide se alzó como ganador de la contienda con el 67% de los votos, derrotando a 10 candidatos, algunos de ellos subvencionados aparentemente por los EEUU.
El 28 de julio de 2001, hombres armados y vestidos con ropas de camuflaje, presuntamente antiguos oficiales del Ejército, atacaron tres estaciones policiales en otras tantas localidades del norte y el sur así como la Academia de la PNH en Puerto Príncipe, matando a cinco agentes. En noviembre, la norteña Cap-Haïtien, segunda ciudad del país, vivió dos jornadas de huelga general convocada por la CD y que terminó en serios desórdenes públicos. Al cabo de un mes, el 17 de diciembre, un comando formado por una treintena de hombres penetró en el Palacio Nacional cuando Aristide no se hallaba en el edificio y se abrió paso a tiro limpio antes de ser rechazado por el servicio de seguridad. Ocho personas resultaron muertas en la refriega, entre rebeldes, defensores y transeúntes, y a su término, miles de encolerizados militantes de la Fanmi Lavalas, algunos portando machetes y armas cortas de fuego, salieron a la caza y captura de los rebeldes en fuga, a cuatro de los cuales dieron muerte cerca de la frontera dominicana. La furia vengativa de estos exaltados no se detuvo ahí y la emprendieron también, con total impunidad, con inmuebles de los partidos opositores.
El 29 de febrero de 2004, el presidente electo de Haití Jean-Bertrand Aristide, fue obligado a abandonar su país. Un golpe de Estado, apoyado por Estados Unidos y Europa, sumió al país en una crisis económica, política y humanitaria.

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