Jose Miguel Soto Jiménez 30 de mayo 1961.
Serian cerca de las diez de la noche, cuando el general Arturo Espaillat, alias “navajita” y su acompañante, llegaron en su Mercedes Benz verde al restaurante Pony “a coger fresco”.
El Capitán Zacarías de la Cruz, chofer de Trujillo, en alguna parte de sus tres declaraciones, asegura que a la altura de la Feria Ganadera, sobrepasó un carro verde que entraba por la puerta del complejo. Luis Periche hermano de Eugenio, dueño del negocio, vio llegar al general la “Gillette” de civil, con una dama y se sentó en una de las mesas de “adentro”, en una esquina del salón cerrado, con aire acondicionado, donde se encontraba Periche en una mesa con varios familiares.
Al salón llegó también, “a coger fresco”, don Miguel Ángel Báez, el mismo que había caminado a las seis con el “jefe” por el malecón, desde la casa de “Mamá Julia” hasta el “obelisco macho” y luego, a las ocho, fue a donde los conjurados a confirmarles lo que ya Amadito les había dicho, que el hombre iba esa noche para San Cristóbal, que había mandado a buscar el “carrito Chevrolet Belair, azul celeste, placa 1823” y se había vestido de militar con el “traje verde” para afrontar la muerte.
Nadie oyó disparos, era imposible que alguien los oyera. Cuarenta y siete años después, hicimos la prueba de las detonaciones con armas análogas a las que se usaron, y no escuchamos nada.
“Navajita”, graduado en West Point, compañero de “Tachito” Somoza, contaría en un libro suyo lo que dijo antes en sus declaraciones, que habiendo visto pasar el carro del “Jefe” y escuchar los disparos desde el Pony, se dirigió hacia el atentado, presenciando la emboscada al “generalísimo”, no interviniendo en su defensa, porque “su señora se puso muy nerviosa”.
A seguidas, fue a su casa, se uniformó, cosa que no podía hacer, porque estaba en retiro desde hacía algún tiempo y fue a la casa de Pupo, Secretario de las Fuerzas Armadas, a informarle lo que había visto.
Román entonces salió solo, manejando su auto privado hacia el lugar de los hechos, después de hacer varias llamadas, mientras Espaillat se fue al Cuerpo de Ayudantes a dar noticia del atentado. Allí se encontró al coronel Jorge Moreno, quien de inmediato tomó las providencias del caso, saliendo luego para el lugar del atentado en compañía de “Navajita”.
En las declaraciones de los héroes que fueron interrogados por la fiscalía a partir del 31 de mayo del 1961, se asegura que Román, conquistado por su amigo el general Juan Tomas Díaz, en situación de retiro, era la clave para ejecutar el golpe de Estado que seguiría al atentado
Luis Salvador Estrella Sadhala, uno de los héroes, en sus declaraciones ante la fiscalía, asegura que en algún momento de la refriega vio que se acercó al sitio un carro verde, que rápidamente, giró abandonando el lugar, lo que corrobora la versión de Espaillat
No pasa así con el general Espaillat, oficial de inteligencia, que siendo protegido del general Pupo, habiendo sido retirado, sospechaba que sus días estaban contados. El había dirigido el operativo del secuestro de Galindez en 1956 y era el único sobreviviente de los actores de ese hecho, ya que cuando las cosas se complicaron con los “gringos”, Trujillo se propuso borrar las huellas, eliminando testigos.
Además, muchos suponen que a la par de estar adentro de la esfera de las razones ocultas de Pupo, “Navajita” era una pieza de la CIA. “Espaillat”, llegó demasiado puntual a esta cita con la casualidad. Estuvo demasiado a tiempo, y si no oyó los tiros que nadie oyó, estuvo ahí únicamente para comprobar que se ejecutara un hecho que el Secretario Román a mi parecer, siempre dudo que se produjera.
Alertado del intento de esa noche, no se sabe por quién, estaba ahí, oportunamente para comprobarlo y verificar los resultados. Vió pasar el carro del “jefe” perseguido por el de la Maza, esperó unos minutos, trató de informar a Pupo por teléfono y quién sabe si llamó a alguien más, dirigiéndose al lugar de los hechos para ver lo que él mismo dice que vió.
De todas maneras, parece que Román según detalles del “consejo de guerra”, no le tomó el teléfono a la “Gillette” cuando lo llamó desde el Pony, por lo que Espaillat decidió ir en persona, para informarle.
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